lunes, 28 de noviembre de 2011

Entrevista a Cristina Pacheco

■ La periodista celebra 30 años de su programa televisivo Aquí nos tocó vivir

Sólo cuento historias que no son un espectáculo, expresa Cristina Pacheco


■ “Hay un deterioro muy grande de la vida social, las personas tienen miedo y desconfianza”

■ Recomienda a los jóvenes no asumir el oficio como antesala de riqueza y fama

Mónica Mateos-Vega

Ampliar la imagen La periodista Cristina Pacheco, durante la entrevista con La Jornada La periodista Cristina Pacheco, durante la entrevista con La Jornada Foto: Jesús Villaseca
Sin libertad, imaginación, valor y honestidad no se puede hacer periodismo, afirma Cristina Pacheco, quien celebra tres décadas de su programa Aquí nos tocó vivir, espacio que se mantiene en Canal Once del Instituto Politécnico Nacional para mostrar los rostros, con nombre y apellido, de los auténticos edificadores del país.
Apasionada de su oficio de periodista, la autora de la columna dominical Mar de Historias, que se publica en La Jornada, ha visto cambiar la ciudad de México desde sus entrañas.
Principalmente, expresa en entrevista, en los recientes 30 años ha habido “un deterioro muy grande de la vida social. Las personas tienen mucho miedo, mucha desconfianza”.
“Ha habido un empobrecimiento terrible, muchas mujeres solas con hijos, muchas familias rotas; la agresión, notabilísima, en la pareja, y mucha violencia en el lenguaje que antes no aparecía, una suerte de descuido muy grande. Además, todo mundo quiere irse, no sabe adónde, pero quiere salirse.
“Claro, por otra parte, existen personas enamoradas del Distrito Federal, del país, pero muy decepcionadas de las autoridades, de los políticos y los partidos. Dicen: ‘yo creía en ellos, pero ya no, todos son iguales’. También hay mucho talento desperdiciado por todas partes.”
Discípula de Fernando Benítez
Cristina Pacheco también afirma que los niños de ahora ya no se comunican igual que los de hace 30 años: “Cuando empecé a trabajar en Aquí nos tocó vivir los pequeños hablaban más, tenían un lenguaje muy vasto. Antes me contaban todo, ahora dicen ‘no sé’, ‘chido’, ‘a toda madre’, ‘sí’, ‘no’, y ya. No hay vida familiar en la cual se intercambien relatos, ¿a qué hora, si muchas madres trabajan? No hay lenguaje en los niños.”
De uno de sus grandes maestros, Fernando Benítez, la periodista conserva una gran enseñanza: “Él me decía, ‘tú aviéntate cuando tengas una curiosidad, echa todas las cartas, si te va mal, ya te irá bien otro día, pero ten valor, imagina cosas, que si algo nunca se ha hecho, tú hazlo, si fracasas, vuelve a empezar”.
Ahora Cristina se ha convertido, sin quererlo del todo, en un ejemplo para muchos jóvenes que desean dedicarse al periodismo, a quienes, sin que suene a consejo (pues no le gusta darlos), les dice “que la vida está más allá de las pantallas de televisión; no tomen este oficio como una antesala de la riqueza y de la fama.
“Yo no me he hecho rica. Para que más o menos se comenzara a considerar el programa Aquí nos tocó vivir me llevó 15 años, sin fallar ni un sábado. Simplemente soy una periodista que cuenta historias que no son un espectáculo. No metemos escenografía, ni una piedrita o un basurero. Lo grabamos como va.
“A veces hay cosas desagradables, pero así es como las personas lo están viviendo, y así se queda. Es un documento que habla de dónde y cómo vivimos, quiénes somos y fuimos, y adónde vamos.
“Nunca hemos repetido un programa, nunca hemos dejado de grabar el jueves, ni estando enferma, jamás. Así debe ser, eso lo aprendí de José Pagés Llergo.
“Él me decía, ‘tu página es la 38 y la tienes que defender como perro, porque hay muy buenos periodistas y a lo mejor tú no lo eres tanto. Si te cambio de página nadie te va a buscar, pero si estás siempre en la 38, los lectores van a decir ahí está y hay que verla’.
“Ese es el éxito para mí, estar a la hora y en el lugar en el que uno está; aunque me lean o no, yo cumplí con lo mío, fui fiel a mi trabajo y punto.”
La experiencia humana
–¿Cómo celebrará los 30 años de Aquí nos tocó vivir?
–Como siempre, trabajando. Salimos a La Merced y me sorprendí porque nunca la había visto vacía, nunca había podido estacionarme a 20 cuadras porque estaba atascado. Y se lo dije al delegado de Venustiano Carranza. Las personas ya no van a La Merced por miedo, por inseguridad, por la crisis económica.
–¿Las personas la protegen en sus incursiones por tantos rincones de la ciudad?
–Me ayudan, me acompañan. Por ejemplo, cuando voy a Tepito, que me encanta, me dejan entrar, son muy generosos y atentos. Las mujeres desde sus balcones me dicen que ahí están echando el ojo.
“Cuando vamos con la cámara, que es una tentación muy grande, ellas les dicen a los muchachos, entre broma y en serio, que no nos vayan a hacer nada.
‘‘O me quieren regalar cosas, que no acepto porque les digo que esas cosas pertenecen a sus edificios que me gustan tanto, o me dicen ‘aquí no se siente porque ése es el lugar del fantasma’, cosas que nunca había oído, todo maravilloso.
“Cada conversación es como hacer un viaje, y eso es lo único con lo que se queda uno en este trabajo: con la experiencia humana.”
El Fondo de Cultura Económica también se suma a la celebración por los 30 años del programa de Cristina Pacheco, con la publicación de dos títulos de la autora: Al pie de la letra: entrevistas con escritores y La luz de México: entrevistas con pintores y fotógrafos, los cuales se encuentran ya en librerías.

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