martes, 22 de noviembre de 2011

Cuentos para mis alumnos de segundo

LA CASA DEL CARPINTERO

Había una vez un viejo carpintero que, cansado ya de tanto trabajar, estaba listo para anunciar su retiro y dedicarse a otras cosas. Así se lo comunicó a su jefe, y aunque iba a echar de menos el salario, necesitaba retirarse y estar con su familia. Sabía que de alguna forma sobreviviría.

Al contratista le entristeció muchísimo la noticia de que su mejor carpintero se quería retirar de forma inminente y le pidió un último favor: construir una casa más antes de retirarse. El carpintero aceptó la proposición del jefe y empezó la construcción de la que sería su última casa.

Pero a medida que pasaba el tiempo se dio cuenta de que su corazón no estaba de lleno en el trabajo. Arrepentido de haberle dicho que sí a su jefe, el carpintero no puso el esfuerzo y la dedicación que siempre ponía cuando construía una casa y la construyó con materiales de calidad inferior. Esa era, según él, una manera muy desafortunada de terminar una excelente carrera, a la cual le había dedicado la mayor parte de su vida.

Cuando por fin el carpintero terminó su trabajo, el contratista vino a inspeccionar la casa.
Al terminar la inspección, junto con un gran abrazo le dio la llave de la casa al carpintero y le dijo: “Esta es tu casa. Quiero que sea mi regalo para ti y tu familia por tantos años de buen servicio a mi lado”.

El carpintero sintió que el mundo se le venía encima… Grande fue la vergüenza interior que sintió al recibir la llave de la casa, ¡de su propia casa!

¡Ay!, si hubiese sabido con antelación que estaba construyendo su propia casa, ¡la habría hecho todo de una manera tan diferente!, ¡se habría esforzado mucho más para que todo hubiera resultado perfecto!

Pero ya era demasiado tarde..


GLOBOS


Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria del pueblo. El pueblo era pequeño y el vendedor había llegado pocos días atrás, por lo tanto no era una persona conocida....

En pocos días la gente se dio cuenta de que era un excelente vendedor ya que usaba una técnica muy singular que lograba captar la atención de niños y grandes. En un momento soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los potenciales, pequeños clientes, miraron como el globo remontaba vuelo hacia el cielo.

Luego soltó un globo azul, después uno verde, después uno amarillo, uno blanco...

Todos ellos remontaron vuelo al igual que el globo rojo...

El niño negro, sin embargo, miraba fijamente sin desviar su atención, un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano.

Finalmente decidió acercarse y le preguntó al vendedor: Señor, si soltara usted el globo negro. ¿Subiría tan alto como los demás?

El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay adentro.


SER HUMILDE

Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño
silencio me preguntó: -Además del cantar de los pájaros, ¿Escuchas alguna
cosa más?... – Agudicé mi oído y algunos segundos después le respondí:
Estoy escuchando el ruido de una carreta.
Eso es- dijo mi padre-. Es una carreta vacía.
Pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?

Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuando una carreta está vacía,
por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo una persona hablando demasiado,
interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportun@ o violent@,
presumid@ de lo que siente y sintiéndose prepotente, tengo la impresión de
oír la voz de mi padre diciendo:
“Cuando más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.”

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